miércoles

Un caso "tipico"...

En esta ocasión les traigo una historia un poco larga, pero vale la pena leerla.

Esta historia me la mando un periodista de Madrid, tiene por apodo Hombresdetinta, si no lo conocen, deberían ver su blog (lo pondré al final), tiene unas publicaciones muy buenas.

Aquí la historia

Las apariencias engañan… eso lo sabemos todos… Pero seguimos asociando imágenes preconcebidas con perfectos desconocidos… Por eso, bajamos la guardia… Si un ejecutivo de medio pelo, tirando a gordito, nos cuenta que tiene fantasías sexuales en las que se convierte en muchacha adolescente “de rompe y rasga”… ¿tendrías miedo?

Empecemos con el papeleo... Ubicación: consulta del Dr. Gámez, psicólogo diplomado... bla, bla, bla, lo de siempre... Apuntes sobre la terapia: la presente sesión, realizada con tácticas de hipnosis regresiva, ha tenido lugar en el despacho del profesional, a partir de las 14:00 del día de la fecha... bla, bla, bla-bla... Bueno, hasta este momento, nada interesante... Centrémonos en el paciente...

"El paciente, llamado Mr. Smith, es la cuarta vez que acude a terapia, aquejado de una extraña dolencia, cada vez que pasa por delante de un espejo o de una superficie reflectante, por ejemplo, un escaparate, la pared pulida de un ascensor... Este fenómeno, del que hablaremos más tarde, tiene lugar casi siempre de noche, o al menos de tal modo lo refiere el paciente..."

¡Muy bonito, muy fino, sí señor! "O al menos así lo refiere el paciente...". Tanto hablar, tanto escribir, ¿para finalmente apuntar tan poco? Pero sigamos leyendo...

"Según afirma el paciente, al principio le ocurría de noche, y ni siquiera todas las noches o en todos los momentos, sino cuando pasaba delante de un espejo de cierto tamaño, de al menos un metro de diámetro, preferentemente redondo, o como mucho cuadrado, y con más intensidad si participaba la luz de la luna... Por ello, el primer consejo que se proporciona al paciente, una vez completada la ficha para el historial, y abonado el precio de la consulta, es que tape o retire los espejos de su vivienda, al menos aquellos por los que pase de noche, en su trayecto desde su dormitorio hasta la cocina o el cuarto de baño, para ver si de esta manera consigue evitar reflejarse... Se establece una nueva cita, para la semana siguiente, en el mismo día y hora..."

Muy profesional, Dr. Gámez: muy seco, muy frío y muy distante, tal y como debe hacer un psicólogo de reconocido prestigio y experiencia, cuya docta opinión se cita en multitud de manuales sobre el comportamiento criminal en España... Tal vez fuera justamente por ello, por su enorme "ego", por su ingente "super-yo", que decidió no prestarle demasiada atención a su paciente, ¿verdad? De todas formas, era "un caso de libro": la típica y tópica “disociación nocturna de la personalidad emergente, debida a un estrés pos traumático, que posiblemente se ubique en el pasado reciente del sujeto...”

Palabrería, frases carentes de significado: eso es todo lo que ha hecho usted por mí... De todas formas, ¿quién se iba a preocupar por un contable, bajito, gordito, medio calvo y de voz profunda? Más o menos como Danny De Vito, pero en versión guapo... Un personajillo que no reconoce su imagen en el espejo, pero solamente por la noche… Además, por si no fuera suficiente síntoma de su trastorno, en las ocasiones en que se mira al espejo de noche, la imagen que ve no puede ser más distinta de su realidad cotidiana y castrante: "una adolescente, de cara angelical, melena castaña clara en el límite del rubio, cuerpo bien moldeado, e innegable encanto e inocencia"...

De ahí su diagnóstico, a partir de la segunda sesión: "Demostrando una vez la validez de las teorías del Gran Sigmund Freud, el paciente presenta una indudable desviación sexual, con una variante pedofílica, que le lleva a excitarse con las adolescentes del instituto... Por ello, se le administrará una pequeña dosis de inhibidores de los receptores testosterónicos del hipotálamo, además de un derivado del Prozaquis, para mantenerlo tranquilo."

Buen tratamiento, sí señor: ¿para qué escucharle, si todo está tan claro en los libros? ¿Y para qué preocuparse, cuando el paciente, un contable regordete y bajito, empezó con el tiempo a escuchar voces en los espejos de su casa? ¿Tenía algún sentido, dejarle describir mejor a su "alter ego", a su "fijación obsesiva por las adolescentes rubias”? ¿O prestar atención a sus comentarios, sobre las "malas ideas"?

No, por supuesto que no... Sobre todo, porque al tratarse de un caso típico, no hacía ninguna falta... Pues con su dilatada experiencia, era "claro y evidente" que al final, su "superior conocimiento de la técnica" se impondría sobre los presuntos delirios de su paciente, merced a una sabia combinación de psicofármacos, psicotrópicos, inhibidores de la libido y una fuerte dosis de hormonas de manatí hembra, sumamente difíciles de conseguir, pero tremendamente rentables (sobre todo teniendo en cuenta que en realidad, son filetes de pechuga de pollo triturados y encapsulados...).

Es una lástima, querido doctor Gámez, que usted no me haya escuchado antes... Pues lo que mi "alter ego" me decía desde el espejo era: MATA... Al principio, de forma genérica: a tu jefe, a tu compañero de trabajo, a tu madre (el famoso "síndrome Bates", ¿no es cierto?)... Con el paso de las semanas, Natalia, mi otro yo, el más salvaje, solamente repetía un par de frases. "Déjame salir" y "Déjame matarle"...

Por eso, esta tarde, le he aplicado el táser en cuanto hemos entrado en su consulta... lo he trasladado amorosamente hasta su viejo diván... lo he sujetado a las cuatro patas con esos utilísimos grilletes de lazo de un solo uso... y le he metido sus propios calcetines en la boca... ¡Qué vergüenza, una eminencia como usted, con esos tremendos tomates! Eso por no hablar del lamentable estado de sus calzoncillos y de la camiseta... Pero no se preocupe, doctor... Que he dejado salir a mi parte femenina, a Natalia... Por eso me he puesto esta bata de carnicero... he sacado de la bolsa el camping gas portátil, y la sartén, un poco de sal, y un poco de pimienta, un botecito de aceite de oliva, una cabeza de ajos, un buen vino de Rioja... Y, por supuesto, la peluca rubio ceniza, para completar el fenómeno disociativo...

¿Mira usted el cuchillo con ojos aterrados, doctor Gámez? Hace usted bien... Pues todavía no conoce un pequeño, pequeñísimo pero interesante detalle sobre Natalia... Es una zorrita caníbal... y siempre le gusta empezar por las criadillas... al ajillo... Pero no se preocupe usted, doctor, que al final, cuando haya terminado de saciar mi apetito con una serie de selectos trozos de su cuerpo, ya lo tengo todo dispuesto para rociar su diván y su cuerpo, mutilado pero vivo, con un par de litros de gasolina... Y borrar las huellas del crimen…

Morirá usted al pie del cañón, doctor Gámez... Y nadie sabrá lo realmente patético que es en su vida privada, ni en la profesional...

Pero, como ya le dije antes... Tengo mucha hambre...

Autor: Hombresdetinta

Blog: http://hombresdetinta.blogspot.com/

Espero que te guste la imagen que puse, si deseas que la cambie por una que tu tengas házmelo saber.

Recuerda que si quieres mandarme una historia de terror para que yo la publique aquí me la puedes mandar a este correo tushistoriasdeterror@hotmail.com, recuerda poner a nombre de quien quieres que la publique, y si es posible con una imagen respecto a tal historia.


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